Hay quienes consideraran que todo aquel que puede meter su vida en una sola maleta tiene una vida vacía. Yo soy de las que considera todo lo contrario, como dice el anuncio de Ikea “no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.
Y otra vez más reduzco a lo imprescindible lo que me rodea. Los recuerdos se acumulan en la memoria y en un par de fotos, no me hace falta más. Los otros 20 kilos son para estos seis próximos meses: ropa, saco de dormir y cámara de fotos, lista para otra aventura.
07h00 Me despierto, me despido, me voy. Melancolía y dudas.
09h00 Espero el avión dos horas. Soledad y nervios.
11h00 Despego. Expectación e intriga.
13h00 Aterrizo en Bologna. Pego mi nariz al cristal del bus, la ciudad es preciosa.
15h00 Llego a mi futura casa, grande, luminosa, acojedora. Suspiro relajada.
17h00 Conozco a mis compañeras de piso. Doble suspiro de relajación, gran sonrisa.
20h00 Salgo a visitar el centro de la ciudad, precioso, y conozco a más gente. Enorme sonrisa.
00h00 Me voy a dormir. Sueño(s).
23 septiembre, 2010
15 septiembre, 2010
Appena prima di partire
Siempre hay un momento (o mejor dicho varios), justo antes de irme, en el que se la duda se apodera de mí. Reviso mentalmente mi maleta, la lista de cosas que hacer, la de direcciones, los papeles. Y al término de este examen, a mi gran sorpresa, todo está en orden. Es entonces cuando me invade un sentimiento de duda algo más inquietante.
¿Estaré haciendo bien en irme? ¿Me gustará mi destino? ¿Quién conoceré en los próximos meses? Y es en estas inquietudes existenciales en las que encuentro también una especie de adrenalina. No sé lo que me espera, y eso me apasiona. Abro la puerta hacia posibilidades que nunca imaginé, y pongo mis pies y mi vida rumbo a un destino que todavía desconozco.

¿Quién sabe cómo acabará esto, los maravillosos y no tan maravillosos hechos que tendrán lugar en los próximos meses? Nadie, problablemente. Así que me encomiendo a una frase que hace mucho tiempo, y con bastante razón, proclamó un cierto Julio Cesar al desencadenar una guerra civil con un solo paso a través de un río: alea iacta est.
¿Estaré haciendo bien en irme? ¿Me gustará mi destino? ¿Quién conoceré en los próximos meses? Y es en estas inquietudes existenciales en las que encuentro también una especie de adrenalina. No sé lo que me espera, y eso me apasiona. Abro la puerta hacia posibilidades que nunca imaginé, y pongo mis pies y mi vida rumbo a un destino que todavía desconozco.

¿Quién sabe cómo acabará esto, los maravillosos y no tan maravillosos hechos que tendrán lugar en los próximos meses? Nadie, problablemente. Así que me encomiendo a una frase que hace mucho tiempo, y con bastante razón, proclamó un cierto Julio Cesar al desencadenar una guerra civil con un solo paso a través de un río: alea iacta est.
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